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Buscando equilibrio: El impacto global de la empresa

Hay líderes que admiramos, causas por las que nos preocupamos, fundaciones a las que apoyamos. En nuestros años formativos tomamos decisiones que impactan cómo seremos de adultos. Muchos de nosotros sentimos un llamado para hacer el bien, otros por generar riqueza, algunos quieren cambiar el mundo, otros quieren ser felices y tener una vida sencilla sin complicaciones.

Para algunos el camino está claro, para otros el camino puede conducirlos a diferentes lugares. Mi caso es este último. Me he dado cuenta de que es el camino mismo y no a dónde me conducirá, lo que le da forma y sentido a mi vida.

Cuando era niña, en Caracas en los 80’s y en los 90’s, tuve una serie de trabajos y pasantías que fueron clave para mi desarrollo. Para la mayoría, mi currículo sería como el de cualquier otro adolescente – trabajos oportunistas en la época de vacaciones en el área de interés del momento. Pero viendo hacia atrás yo sí veo un claro patrón en mis pasantías. Hoy me doy cuenta que sí había una lógica detrás de mis elecciones y ese patrón representaba mi motivación para los negocios y un genuino interés en la empresa de mi familia, así como también la motivación de hacer del mundo un lugar más sano y con oportunidades para todos.

Cuando uno crece en un lugar como Venezuela o cualquier otro país en vías de desarrollo, se nos recuerda constantemente que existe una gran disparidad entre la calidad de vida de las clases bajas y las altas. Todas las mañanas y tardes haciendo el transporte escolar pasábamos por unos barrios donde veíamos cómo vivían miles de personas sin acceso a servicios básicos como agua, electricidad y una educación digna. Estoy convencida que ese recorrido diario inculcó en mí este sentido de responsabilidad para impactar las vidas de los menos afortunados.

Para cuando empecé la universidad, ya había trabajado en muchas fundaciones y ONG’s tanto en Venezuela como en los Estados Unidos. Durante la mayoría de los veranos pasaba un mes de mi tiempo trabajando entre una ONG y una de las empresas de nuestra familia.

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Tuve la oportunidad de trabajar en algunas fundaciones extraordinarias, como la Fundación Daniela Chappard, la cual en ese momento era la única en el país que brindaba apoyo médico y emocional a personas con SIDA. Fui la primera pasante de Aid for Aids’ desde NYC, una organización que hoy en día ha enviado más de $100 millones de dólares de medicamentos alrededor del mundo. También ayudé a una brillante directora de orquesta a levantar una orquesta latinoamericana desde sus inicios y trabajé en nuestra Fundación, la cual se especializa en llevar educación de alta calidad a los más necesitados.

Trabajando en los sectores privados y sin fines de lucro al mismo tiempo, me di cuenta de la correlación entre la salud de una nación y el bienestar de sus individuos. También me di cuenta de las muchas formas en que nuestro sistema está descompuesto. Los sectores público y privado tienen que continuar trabajando juntos, pero me queda claro que nuestros gobiernos deberían asumir la responsabilidad del bienestar de sus ciudadanos. El estado debería garantizar el acceso a la educación, a los sistemas de salud, etc., y no el sector privado. Si Singapur ha podido hacerlo, nosotros también podemos.

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El sector privado puede impactar de una manera más relevante apoyando programas como Endeavor. Endeavor lidera un movimiento global para detonar un mayor crecimiento económico. Seleccionan, aceleran y promueven a los mejores emprendedores de alto impacto alrededor del mundo.

Hay toda una nueva generación de líderes de negocios que salen de Endeavor. Tómenlos en cuenta, véanlos de cerca; ellos son los que están generando cambios en el mundo. No sólo están ellos contribuyendo al bienestar económico de la región, también están retribuyendo a la comunidad que los apoyó y están trabajando como mentores de la nueva generación de empresarios.

Ahora me doy cuenta de que Endeavor siempre fue el norte al que me dirigía porque es el híbrido perfecto entre el sector privado y el ADN de una ONG. Endeavor empezó siendo sólo una idea desarrollada por Peter Kellner y Linda Rottenberg en la universidad. Pero 17 años después una gran cantidad de empresas han proliferado en 19 países creando cerca de 250 mil empleos y generando 6 mil millones de dólares en ingresos gracias al apoyo a emprendedores que Endeavor brinda.